domingo, 21 de julio de 2013

La Envidia y la Oficina Publica Saludable

Envidia

Al ir tras conquistas ajenas y mirar el talento de los otros perdemos de vista nuestras propias virtudes y fortalezas
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Sentir dolor, enojo, impotencia, resentimiento, tristeza, baja autoestima por no tener lo que tiene el otro...
¿Qué es ese algo que te falta? ¿Quién es el poseedor de lo tan deseado? ¿Qué emoción te despierta esa carencia? ¿Cuán deseado es? ¿Por qué?

Tal vez, en este instante, no sea posible responder a todas o algunas de las primeras preguntas. Pero no está mal empezar por darnos cuenta de lo valioso de reflexionar acerca de nuestros motivos y de las posibles relaciones que podemos llegar a establecer respecto de la falta y el deseo.
Si hay algo que deseo profundamente es que no hayas llegado a la instancia de la obsesión, de vivir pendiente de eso que te condena a la baja autoestima, al sentimiento de inferioridad, al auto-boicot emocional.

Tampoco es buen síntoma, diría que mucho peor, llegar a descubrir que lo que verdaderamente buscamos es que al otro le vaya mal, o mucho peor, más allá de lo que pueda resultar de nosotros. Eso ya sería envidia por envidia, envidia maléfica, miserable, así como la de las brujas o los villanos de los cuentos. En estos casos, como hemos visto y asustado desde pequeños, todo es posible; toda estrategia suma a la hora de creer que "el fin justifica siempre los medios".
¿El fin siempre justifica los medios? ¿Cuándo se justifica? ¿Por qué?
Valiosa es, en cambio, la sana envidia que puede funcionar como reconocimiento de la felicidad de los otros o como motor o estímulo personal. ¿Es eso lo que deseo?¿Qué estoy haciendo para lograr lo que el otro tiene o pudo conseguir?¿Cuánto realmente necesito de esta meta? Llegado el caso de que confirme el auténtico deseo, ¿tengo las herramientas y la sincera posibilidad de lograrlo? ¿Cuán propicio es el contexto, en tiempo y espacio, para cumplir con el objetivo?

En la sensación de envidia también se juega la aceptación que, como siempre insistimos, en nada se parece a resignarse.
¿Por qué envidiamos? ¿Por qué envidiar? ¿Cuál es la cuota saludable? ¿No será que vamos tras conquistas ajenas, que por mirar el talento de los otros perdemos de vista nuestras propias virtudes y fortalezas? ¿No será que vivimos pendientes de logros que nada tienen que ver con nuestros verdaderos deseos?.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1602252-envidia

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