jueves, 4 de diciembre de 2014

Acoso: Cuando tu jefe es el villano en la Oficina Publica Saludable

Acoso: Cuando tu jefe es el villano

A veces sutil, a veces abierto, el acoso laboral es sufrido a diario por miles de personas. Buscar ayuda y enfrentarlo a tiempo son fundamentales.
 
Por: 
Jesica Mateu
 
La lluvia torrencial, el excesivo calor, la resaca que dejó la fiesta de anoche, el agotamiento por el llanto nocturno del bebé o una pena de amor son clásicas, inofensivas y esporádicas razones para desear faltar al trabajo. Pero qué pasa cuando el hastío, el miedo o la depresión son las sensaciones que priman con sólo pensar en el lugar en el que durante largas horas uno  desempeña sus tareas laborales.
Para muchos, ir a trabajar es una pesadilla. Son las víctimas del hostigamiento o acoso laboral. Y, tal como lo definió en la década del 80, el psicólogo y doctor en psiquiatría Heinz Leymann, el acoso laboral (o mobbing) se refiere a las “situaciones en las que una persona o un grupo ejerce comportamientos caracterizados por una violencia psicológica, de forma sistemática (al menos, una vez por semana), durante un tiempo prolongado (más de 6 meses), sobre otra persona en el lugar de trabajo”.
En la actualidad, esta problemática social “se incrementó por las crisis económicas y las mayores exigencias de alta competitividad”, opina Adriana Guraieb, miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y full member de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). Por su parte, Elsa Wolfberg, psiquiatra y psicoanalista, también miembro titular de APA y docente de la cátedra Salud Laboral de la Facultad de Medicina de la UBA, destaca la importancia de “desinlenciar, deinvisibilizar y desnaturalizar” el maltrato a la vez que generar espacios de diálogo en las empresas y dependencias del Estado para prevención.
  
No es tu culpa
El acoso laboral “se caracteriza por el trato hostil y denigratorio”, advierte Guraieb. Y afirma que se inicia de manera sutil para luego hacerse más manifiesto, siempre con el fin de rebajar al máximo la autoestima, la imagen y la posición laboral de su víctima.
En una primera etapa, quien lo sufre no puede creer que el acoso sea deliberado y suele adjudicarse el problema. Entonces, “no se revela, se paraliza y no pide ayuda. Empieza a cometer torpezas para luego entender esas distracciones como la causa de la crítica permanente cuando en realidad son la consecuencia”, advierte Wolfberg. De algún modo, la violencia es aceptada como una dificultad que hay que soportar para conservar el trabajo. Por eso, el mobbing suele plantearse como “el crimen perfecto. Porque el acosador destruye a la víctima con su consentimiento”. Asimismo, la psiquiatra subraya que “el maltrato psicológico -que implica ignorar a la persona, ridiculizarla, no saludarla o hablarle sin mirarla nunca a la cara, entre muchas otras sutilezas - es más grave que la violencia física que, en todo caso, genera solidaridad entre los pares. Cuando es psicológica, hasta puede generar complicidad con los demás empleados porque temen ser también acosados”.
Otros modos de hostigamiento son generar aislamiento, juzgar de manera ofensiva el desempeño, asignar tareas innecesarias para humillar, amenazar con despido infundado, obstaculizar labores, imposibilitar el ascenso arbitrariamente, extender el horario laboral sin causa y negar cursos que son concedidos a otros empleados en situaciones similares. Todas, situaciones que deterioran la salud. Los primeros síntomas son desgano, desmotivación y contracturas. Se agravan con taquicardias, insomnio, falta o exceso de apetito, cuadros de ansiedad, hipertensión, depresión y hasta accidentes cerebro-vasculares.

Victimario y víctima
Los acosadores son personas con actitudes psicopáticas. Son manipuladores, ambiciosos y narcisistas. Les importa destacarse socialmente, no son empáticos pero sí soberbios. Además, son caprichosos y pueden deprimirse si no consiguen sus objetivos. Y por su estructura psicosocial, redirigen el foco de su violencia a nuevas víctimas una vez que la primera desaparece de su alcance. El victimario tiene el propósito de lograr sumisión o de borrar del juego a quien considera que “le hace sombra o que es más inteligente y no para de acosarlo hasta demostrarle a la empresa que esa persona no sirve”, afirma Guraieb quien agrega que ese tipo de personalidad puede desarrollarse “en compensación a lo que fue una infancia de mucha inseguridad, donde se puede haber sufrido desvalorización de los padres o demasiadas presiones y exigencias”.
Por otra parte, considerar que la víctima es alguien problemático o ineficiente, es un prejuicio que termina por justificar el maltrato. La realidad es que pueden ser personas “sumisas y dóciles; con brillo propio y autonomía; inteligentes y con capacidad de crecer en la empresa”, señala Guraieb. Y cuando, ante la denigración, las víctimas reaccionan, “es común que el hostigador las ponga en evidencia”.
 
Fuente:http://www.rumbosdigital.com/secciones/notas/acoso-cuando-tu-jefe-es-el-villano

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