• Segunda Carta: los
Antiguos valores (Libro “La
Resistencia ”).
Su segundo escrito
Ernesto Sabato se encuentra en la antigua ciudad de Salta, sentado en la plaza
“volvieron mis obsesiones de siempre” así comienza esa nueva carta.
Las sociedades
desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los
valores trascendentes y comunitarios y sobre
aquéllos que no tienen valor en dinero sino en
belleza. Sabato recuerda cuando era niño, aun se mantenían valores que hacían
del nacimiento, el amor, la adolescencia, la muerte un ceremonial bello y
profundo. El tiempo de la vida no era el de la prisa de los relojes sino que
aun guardaba espacio para los momentos sagrados y para los grandes rituales.
Había épocas buenas y
épocas calamitosas, pero dependan de la naturaleza, de las cosechas; el hombre
no sentía que debía obrar siempre y en cualquier momento para controlar el
acontecer. Ahora la humanidad carece de ocio, en buena parte porque nos hemos
acostumbrado a medir tiempo en modos de producción.
La vida de los hombres
se contaba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el
desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes
valores como la honestidad, el honor, el respeto por los demás, no eran algo
excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.
Otro valor perdido es la
vergüenza, como dice el autor hay en día uno puede encontrar, con amplia
sonrisa, a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones. En otro tiempo
su familias se hubiera enclaustrado, pero ahora todo es lo mismo y algunos
programas de televisión los llevan y los tratan como a un señor.
Sabato resalta el valor
que se daba antes a las palabras, de ninguna manera era un arma para justificar
los hechos. Hoy todas las interpretaciones son validas y las palabras sirven
más para descargarnos de nuestros actos que para responder por ellos.
Cuando la cantidad de
culturas relativizas los valores y la “globalización” aplasta con su poder y
los impone una uniformidad arrogante, el ser humano, en su desconcierto pierde
el sentido de los valores y de sí mismo y ya no sabe en quizás o en que creer.
Al sobrevalorarse lo
racional, fue desestimado todo aquello que la lógica no lograba explicar. Pero
claro está que los grandes valores que hacen la condición humana como la
verdad, solidaridad o coraje no se pueden explicar. El mito al igual que el
arte, expresa un tipo de realidad del único modo en que puede ser expresada.
El mayor empobrecimiento
de una cultura es ese momento en que un mito empieza a definirse popularmente
como una falsedad. Como al desmoronarse los cimientos de una casa, las
sociedades comienzan a precipitarse cuando sus mitos pierden toda su riqueza
y su valor.
El sentimiento de
orfandad tan presente en este tiempo se debe a la caída de los valores
compartidos y sagrados. Es necesario advertir que muchos de esos valores eran
respetados porque no se vislumbraba otra manera de vivir. El conocimiento de
otras culturas otorga la perspectiva necesaria para mirar desde otro lugar,
para agregar otra dimensión y otra salida a la vida. La humanidad está cayendo
en una globalización que no tiende a unir culturas, sino a imponer sobre ellas
el único patrón que les permite quedar dentro del sistema mundial. Sabato tiene
la esperanza de que el hombre vuelva a encontrar los valores trascendentes
eligiéndolos con una libertad a la que este tiempo, providencialmente le este
enfrentando.
“…milagro es que el amor
permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los árboles de la
tierra”
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