Algo cambia en la relación entre trabajo y dinero
Por Jorge Mosqueira | LA NACION
Puede haber unos 7000 millones de definiciones de la felicidad, si pensamos en la cantidad de habitantes en el planeta. Un estudio publicado por este diario días atrás vuelve a poner sobre la mesa si el dinero es condición necesaria para incrementar el nivel de felicidad, una cuestión que se vincula fuertemente con la administración de las remuneraciones en las empresas. El cliché asegura que a más dinero, más felicidad, en una ruta similar a aquello que dice que los mayores incentivos aseguran mayor productividad.
Cuando se afirma que otros mundos son posibles, no necesariamente nos estamos refiriendo a la cuarta dimensión ni al regreso de los muertos vivos. El mundo que conocemos es aquel que pensamos, tal como lo pensamos, y a veces nada tiene que ver con la realidad. El mejor ejemplo es conocido: nuestro planisferio. El hecho de que nosotros, en la Argentina, estemos abajo es una construcción absolutamente abstracta, ideada por un europeo que colocó su continente en un lugar central en la cuadrícula. En el espacio galáctico no existe un arriba o un abajo. Es una arbitrariedad evidente, como cuando Copérnico planteó que la Tierra no era el centro del universo, y Galileo, a su vez, pagó caro al difundirlo porque se enfrentó a lo establecido.Aunque con diferencias, hay algunos indicios de que una revolución similar se está produciendo con las remuneraciones. En Suiza se ha iniciado un movimiento que ha recolectado más de 100.000 firmas, suficientes para elevar a discusión en el Parlamento. Proponen que cada residente legal en aquel país perciba un ingreso mensual de casi 2600 euros por mes. Se basan en romper el lazo inexorable vigente en la sociedad entre el trabajo y el dinero. Incluyen limitar los salarios de los directivos, que no podrían superar más de 12 veces la remuneración más baja de la empresa. Rudolf Stram, ex ombudsman y parlamentario, define: "Suiza es el único país donde se puede votar por una idea utópica".
Sin embargo, la idea no es nueva y podrían rastrearse antecedentes en Tomás Moro (siglo XVI) o André Gorz (siglo XX), entre otros. Entre nuestros contemporáneos es necesario recordar a Götz W. Werner, que también aboga por una renta personal entre 800 y 1500 euros para todo aquel que sea ciudadano de Alemania. Dueño de una cadena de 1700 droguerías, hoy da conferencias y escribe libros sobre su proyecto de la renta básica. Curiosamente, sus libros son poco traducidos y no se convirtió en best seller, aunque por sus ideas innovadoras lo merecería.
Sus argumentos son válidos. Se ubica en la situación actual de los países desarrollados, donde "el desarrollo de la productividad ha sobrepasado desde hace bastante tiempo al desarrollo de las necesidades. Tenemos los mercados saturados y necesitamos cada vez menos personas para producir ese exceso de bienes. Ahora es el momento en que nos podemos liberar del yugo del trabajo". La perspectiva de Werner es de tipo comunitaria, señalando que dependemos todos de todos en tanto se necesiten bienes.
Los aportes de Werner merecen más atención. Afirma, por ejemplo, que aquellos trabajos que nadie quiere hacer deberían ser los mejores remunerados. Una noticia reciente refuerza esta tendencia a divorciar el trabajo del dinero y los medios de compensación. Tal vez sea prematuro predecir qué caminos se están abriendo, pero es evidente que algo está cambiando en la relación entre dinero y trabajo..
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1594012-algo-cambia-en-la-relacion-entre-trabajo-y-dinero
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