Estrés crónico: poco diagnosticado, pero muy perjudicial
Tiene graves consecuencias fisiológicas, psicológicas y
conductuales. Se estima que cerca de la mitad de los adultos de los
países occidentales lo sufren o sufrieron alguna vez. Cómo detectarlo.
Qué hacer.
Nuestro cuerpo tiene recursos para responder a situaciones de
exigencia externas de peligro o a las presiones que nos impone la vida
diaria en forma aguda. Las glándulas adrenales, ubicadas sobre nuestros
riñones (llamadas también suprarrenales por esta razón), detectan por
varios mecanismos esta situación y descargan una cantidad adecuada de
hormonas, como el cortisol y la adrenalina, que impactan en diferentes
órganos.
Por su efecto, el corazón late más rápido, el cuerpo se
irriga llevando oxígeno a todos los órganos, el azúcar aumenta… Todo
esto permite tener más energía disponible rápidamente, los músculos se
preparan, la vista mejora, la tensión arterial se eleva. Estamos alertas
y las glándulas adrenales con sus hormonas nos preparan para enfrentar
esta situación, sea un examen, un hecho traumático puntual, un peligro o
una situación emocionante. Este estrés, llamado agudo, puede ser
estimulante y placentero en muchas ocasiones y gracias a esta adaptación
de nuestras hormonas el individuo logra resolver y salir delante de la
situación conflictiva.
Pero también existe el estrés crónico, poco
diagnosticado, y al cual no se le atribuye la importancia requerida. La
vida diaria, las exigencias permanentes, las dificultades personales y
laborales imponen a nuestras glándulas un funcionamiento permanente que
provoca un fuerte impacto en el metabolismo. A medio plazo, este estado
de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir
diversas patologías y malestares.
Cómo detectarlo
El
diagnóstico del estrés crónico no es sencillo, ya que médicamente no se
suelen encontrar valores hormonales superiores a los normales. Sin
embargo, esta secreción diaria y permanente de hormonas es superior a la
requerida por el organismo, por lo que se perturba el ritmo normal
circadiano de esta hormona que se libera a la mañana para ir
descendiendo a lo largo del día.
Muchas investigaciones
demostraron que este pequeño nivel no necesario, pero existente, es muy
nocivo para nuestra salud. Entre las disfunciones que acarrea el estrés
crónico se encuentran:
* Alteraciones de sueño, como pesadillas, insomnio o exceso de sueño.
*
La presión arterial, el azúcar y el colesterol están por encima de los
niveles normales, lo que provoca mayores riesgos en las personas
predispuestas a tener mayor riesgo de diabetes, enfermedades coronarias y
aumento de .
*
Pérdida de la memoria. El sistema nervioso central tiene receptores al
cortisol y alguna de sus áreas, por ejemplo, el hipocampo es muy
sensible al mismo.
* El sistema gastrointestinal no queda indemne: el colon se irrita y los dolores abdominales son frecuentes.
* Migrañas.
* Contracturas musculares.
*
Baja de defensas. El estrés provoca inmunodepresión, ya que la
liberación de hormonas de estrés inhiben la maduración de los
linfocitos, encargados de la inmunidad específica.
* Cambios de
ánimo, irritabilidad, reacciones imperiosas, impulsivas y agresivas son
características de la inestabilidad que provoca este estado hormonal.
*
Depresión, situaciones adictivas, alteraciones del comportamiento
alimentario y diferentes desequilibrios emocionales, como pérdida de
deseo sexual y anhedonia (incapacidad para sentir placer en las
actividades cotidianas).
Si nos sentimos cansados, desganados o
irritables, es importante saber que nuestras glándulas suprarrenales
pueden encontrarse exigidas y no pueden tener la reserva necesaria para
permitirnos la adaptación a nuestras exigencias diarias. Las glándulas
adrenales aparecen como “cansadas”.
Hay personalidades más
predispuestas que otras a sentirse superados por situaciones que las
perturban en mayor o menor envergadura. Pero también una mala
alimentación (desbalanceada y desordenada), el exceso de trabajo, la
falta de orden, el sedentarismo y la falta de desconexión de nuestras
tareas habituales “alimentan” a este estrés crónico, que termina siendo
un círculo vicioso de malestar.
¿Qué hacer?
* Buscar hábitos saludables (estar al aire libre, practicar algún deporte, comer sano).
* Descansar.
* Buscar el soporte familiar y de amigos.
* Organizar las tareas para evitar desbordes.
* Aprender a relajarse.
* Realizar actividades recreativas (salidas, un hobbie, etc.).
Se
trata de proponerse pequeños cambios que a veces parecen imposibles
pero que pueden ser nuestras metas a seguir para lo que queda del año.
Depende de cada uno lograr una mejor calidad de vida. Y de salir del
peor aspecto del estrés crónico: que las personas se acostumbran a él,
se olvidan de que no es un estado “natural”, sino que recuperar el
equilibrio y el estado de bienestar es un desafío que cada uno.
Asesoró: Dra. Laura Maffei, directora de Centro Médico Dra. Laura Maffei.
Fuente: http://www.entremujeres.com/trabajo/Estres-cronico-diagnosticado-perjudicial_0_960504003.html
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