Estrategias de la mente: el autoengaño
Una persona accidentada se encuentra en la cama de un hospital, su
cabeza está envuelta en un aparatoso vendaje. Ha sufrido un fuerte golpe en la
cabeza y la lesión le ha afectado la región del cerebro que controla los
movimientos del brazo izquierdo.
El médico le solicita "por favor, levante su brazo izquierdo".
El paciente le dice que si, pero su brazo permanece donde está " ...lo tengo enredado en la sábana" dice.
El médico le asegura que no está enredado. En este punto el paciente puede llegar a contestar algo inverosímil como "bueno... quizás estoy un poco cansado, porque no tengo ganas de levantarlo en este momento". Las personas que atienden a accidentados saben lo incongruentes que pueden llegar a ser las respuestas de pacientes a los que se les solicita hacer algo que no pueden realizar.
El médico le solicita "por favor, levante su brazo izquierdo".
El paciente le dice que si, pero su brazo permanece donde está " ...lo tengo enredado en la sábana" dice.
El médico le asegura que no está enredado. En este punto el paciente puede llegar a contestar algo inverosímil como "bueno... quizás estoy un poco cansado, porque no tengo ganas de levantarlo en este momento". Las personas que atienden a accidentados saben lo incongruentes que pueden llegar a ser las respuestas de pacientes a los que se les solicita hacer algo que no pueden realizar.
La incapacidad de reconocer una imposibilidad es un trastorno
llamado anosognosia y es parte de ese aspecto peculiar de la psicología
humana: nuestra ilimitada capacidad de ilusión.
Ante la cruda e inequívoca realidad de que una parte del cuerpo está paralizado, una persona puede crear fácilmente un argumento alternativo con tal de no acreditar el problema. En realidad no está mintiendo, él mismo cree sinceramente en la validez de sus afirmaciones.
Ante la cruda e inequívoca realidad de que una parte del cuerpo está paralizado, una persona puede crear fácilmente un argumento alternativo con tal de no acreditar el problema. En realidad no está mintiendo, él mismo cree sinceramente en la validez de sus afirmaciones.
Aunque este fenómeno clínico parezca extraño, en cierto sentido
todos hacemos algo similar casi todos los días, porque aunque nos gustaría
pensar que moldeamos nuestras creencias para adaptarlas a la realidad que nos
rodea, hay un impulso humano a hacer lo contrario: moldeamos nuestra realidad
para que se ajuste a nuestras creencias, no importa cuán endeble sean las
justificaciones.
La "ilusión" se puede definir como
una creencia absurda, pero a su vez elogiada a pesar de que haya una abrumadora
evidencia en contra. Para ser sinceros ¿quién no ha creído en algo ilusorio
alguna vez? de hecho, una cierta dosis de autoengaño es imprescindible para
nuestra salud mental.
A medida que nuestra vida avanza, vamos formando todo tipo de creencias
y opiniones sobre lo que nos rodea y el mundo en general, este tipo de
creencias se dividen en dos, las creencias instrumentales que son las
que pueden ser directamente contrastables "necesito un martillo para
clavar un clavo". Este tipo de convicciones tienden a ser claramente
comprobables, o sea, si me baso en ellas y fracaso, tendré que reconsiderarlas.
El otro tipo de creencias son las filosóficas, son aquellas
que no son tan fáciles de probar. En verdad son ideas que sostenemos debido a
beneficios emocionales pero no son fáciles de demostrar. Por ejemplo, cuando
decimos "vivo en el mejor país del mundo" o "el amor verdadero
dura para toda la vida", realmente no se puede ofrecer ninguna evidencia
que apoye estas ideas, en realidad las creemos porque cumplen con nuestras
necesidades emocionales.
Los seres humanos hacemos pasar creencias
emocionales por creencias instrumentales, las confundimos muy asiduamente. Por
ejemplo, basta recordar el 21 de diciembre de 2012 cuando mucha gente creía que
realmente se acababa el mundo.
Todo sea por tener el control
Una de las necesidades más poderosas que tenemos los seres humanos
es sentir que tenemos el control. Todos sabemos de la impotencia y el estrés
que provoca el darnos cuenta que estamos en peligro, por tanto, creer que
tenemos el control sobre nuestro destino ayuda a aliviar esa experiencia
negativa, incluso cuando esa creencia es infundada. De ahí el enorme atractivo
del "pensamiento mágico" la creencia de que los pensamientos y gestos
por sí solos pueden influir en el mundo que nos rodea. ¿Quién no conoce a
alguien que se pone la camiseta de su equipo de fútbol favorito pensando que le
dará suerte? ¿O que utiliza números con un significado especial estimando que
con eso va a ganar la lotería?
¿Existe alguna fórmula para evitar el autoengaño? Quizás si, pero
el problema con la ilusión es que no queremos escapar de ella. Es decir, si nos
despertamos cada mañana y miramos la realidad de frente, quizás tengamos ganas
de cortarnos las venas, tal vez literalmente. Los psicólogos saben que las
personas deprimidas tienen menos de crédulos que el resto, son mucho más
perspicaces y consientes de sus propios defectos, lo que se le llama
"realismo depresivo".
Está claro que los seres humanos estamos programados para "mantener la ilusión", en tal sentido, el autoengaño es parte de esa estrategia, por tanto, quizás lo mejor sea disfrutar de nuestras ilusiones mientras se pueda y esperar que no nos causen demasiados problemas a lo largo del camino.
Está claro que los seres humanos estamos programados para "mantener la ilusión", en tal sentido, el autoengaño es parte de esa estrategia, por tanto, quizás lo mejor sea disfrutar de nuestras ilusiones mientras se pueda y esperar que no nos causen demasiados problemas a lo largo del camino.
Fuente: http://www.meneame.net/m/cultura/estrategias-mente-autoengano
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